(Para Profesionales)
Aunque hayamos tenido experiencias
en teleterapia esta vez nos ha cogido a contrapelo. Algunos nos hemos sentido
incomodos antes o después o en el proceso de instalación de los “cacharros”
imprescindibles para ello o a la espera de un “malfuncionamiento ante el que
nos encontramos inermes. Nos hemos sentido, a veces, incomodos, raros,
inseguros. ¿De donde nos vienen estas molestias? Estamos rodeados de esta angustiade muerte producida por un virus
invisible, que aunque nos lo pongan en aumento, como fondo, en todos los
telediarios, sigue siendo invisible y omnipresente e incontrolable, ni siquiera
cuando te dicen que fulanito ha dado positivo en la detección, de esta forma
todos somos posibles portadores. La paranoia está servida: Estamos por tanto
ante una angustia paranoide, de muerte, que engancha con los momentos de
nuestra historia, en los que nos hemos sentido mal, momentos que todo el mundo
tiene grabados en un lugar ignoto de la memoria. Cualquier paciente que nos conecte está en
estas mismas pésimas condiciones, dispuesto a proyectar sobre nosotros –ya
debilitados- la carga de angustia que no ha podido descargar en nadie.
Nosotros, -personas físicas conocidas- cuando aparecemos en la pantalla nos
convertimos en un pararrayos que atrae su descarga de angustia, sea cual sea el
contenido formal de la “conversación” que tengamos.
La forma de aguantar el tirón es
restablecer “nuestra alianza terapéutica” con cada paciente en particular,
exponiéndole que seguimos el objetivo de nuestras sesiones, convenimos el
ritmo, horario, etc… (lo más parecido de las sesiones presenciales que tuvimos,
para darle una continuidad en el tiempo) y haciéndole una recapitulación de los
logros conseguidos en su proceso terapéutico hasta ahora y de lo que se trata
es de darle una continuidad) Es un poco
como el “decíamos ayer….” De Fray Luis de León tras su incorporación a su catedra de Salamanca después de unos años en la cárcel de la inquisición.
En las sesiones de teleterapia
debemos insistir en hablar algo más lento que en las presenciales y vocalizando
mejor para asegurar las posibles deficiencias de transmisión.
Debemos acompañar nuestras palabras
de gestos, sobre todo de asentimiento, indicándole que comprendemos lo que nos
dice. Cada 10 minutos hacerle una recapitulación de lo dicho para asegurarle
que lo hemos comprendido. Estimular su
participación con preguntas sobre lo que ha dicho pidiéndole ampliaciones o
aclaraciones. A veces podemos acercarnos
un poco a la cámara para que “nos sienta” más cerca (no abusar de esta técnica,
para no resultar invasivos)
Hacer un resumen final y si acaso
preguntarle cómo se ha sentido, que se lleva de la experiencia, y quedar en el
próximo día y hora.
APENDICE
SOBRE FORMAS DE HACER TELETERAPIA
Estimado XXXXXX: Para realizar lo más correctamente posible
nuestras sesiones de teleterapia, vamos a conecta a través de la tecnología XXXXX.
Para ello tienes que tener disponible el programa que te envío, en tu ordenador
portátil, y esperar mi llamada que se realizará a la hora acordada.
Debes disponer de una habitación
donde te puedas aislar del resto de tu familia y que nadie te moleste o
interrumpa, durante todo el tiempo de la sesión. Deberás colocar la cámara frente a ti,
sentado cómodamente en un lugar cómodo para ti, y que te enfoque de la mitad
del cuerpo para arriba, sin tener delante mesa ni otro mueble que pueda ser un
obstáculo a tus movimientos ni a la visión de la cámara. La luz no deberá darle
de frene a la cámara, sino iluminarte a ti desde detrás de la misma. Se trata
de que nos “veamos uno frente al otro” como en la consulta. Al comienzo probaremos el tono de los
altavoces.
Te recuerdo los horarios acordados:
Trata de seguirlos para facilitar
la atención a todos.
Pedro Jiménez Plana
Psicólogo Supervisor
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